Comentaba el otro día con unos amigos algunas de las mejores escenas de Whiplash, la gran película de Damien Chazelle, en la que el oscarizado por esta película J.K Simmons, interpreta a un histriónico profesor de jazz , capaz de llevar al borde de la locura a los alumnos de su Big Band.
Y la conversación discurría dentro de los límites de lo habitual hasta que uno de ellos puso sobre la mesa el comentario cuñado: “el jazz es un coñazo. Está bien si estás en un club, tomando una copa, tal vez con la compañía adecuada. Pero aún así, es un coñazo”.
En ese momento no supe qué responder. Tal vez si hubiera dicho “creo que el jazz de los años 50 es mejor que el actual” o “¿no te parece que el jazz está sobrevalorado o es muy intelectual?” habríamos tenido la oportunidad de intercambiar puntos de vista, un yo soy más de Ellington, a mí Miles Davis no me lo tocas...ese tipo de cosas. Y ya puestos, comentar esa grandiosa versión de Caravan que John Wasson firma para la banda sonora de la película.
Pero lo suyo fue una enmienda a la totalidad. Y claro así no hay manera. Fue como un “no sé cómo puede gustarte la ópera si solo cantan gordos” o “yo es que no soporto el cine en blanco y negro”. Argumentos de tal fuerza auto-conclusiva que no admiten ningún tipo de respuesta.
Pero lo reconozco: no es fácil entrar en el mundo del jazz. O mejor dicho, es difícil encontrar la puerta de entrada. En parte la culpa la tiene un mundillo que en algunos momentos y de forma deliberada, ha optado por encerrarse en sí mismo. Y en parte, la misma estructura de la música tampoco ayuda: no sirve para radio-fórmula, salvo que vivas en los años 40 no es música bailable y en sus versiones bastardas, se ha convertido en música de sala de espera.
El problema es que como mi amigo, abundan las personas que tienden a considerar el jazz como un todo. Y de la misma forma que Mecano no tiene nada que ver con The Beatles, o Michael Jackson apenas se parece a Madonna, en el jazz la situación es similar. No es lo mismo el Swing que el Bebop, el Hot de los años 20 no se asemeja al Cool que nace 30 años después…por no hablar del Acid Jazz, Latin Jazz, Free Jazz y tantos otros.
Supongo que para cruzar esa puerta, cada uno tiene que encontrar la llave que necesita. Escuchar a los más grandes, ir de vez en cuando a clubs, ver vídeos en directo en Youtube, o recuperar ese “Jazz entre amigos” que Juan Carlos Cifuentes presentó en TVE hasta 1991.
En mi caso, todo empezó con Miles Davis. Primero con “Birth of the cool” y después con el imprescindible “Kind of blue”. Pero sobre todo ha sido el libro “Historia del Jazz” escrito por Ted Goia el que me ha servido para descubrir un mundo que nunca imaginé que podía convertirse en ese espacio propio, cálido y confortable, que todos buscamos.
Así que si todavía no lo has hecho… piénsatelo…Dale una oportunidad.
MUY BUENO
Comentario cuñado por qué? Es “cuñado” la nueva palabra para cuando la gente dice opiniones incómodas que según los intelectuales de turno están basadas en la ignorancia? Llevo toda mi vida oyendo música, y hace un tiempo tocándola, y según pasa el tiempo más me reafirmo en mi opinión: salvo algunas formas de jazz tranquilo a lo Bothren And Der Club Of Gore, todo el jazz que he escuchado me parece eso: un coñazo, algo que puede ser muy divertido de tocar pero muy aburrido de escuchar, que personalmente me pone dolor de cabeza a los pocos minutos y a la que veo más un mero ejercicio de técnica e improvisación que una música con una carga emotiva y feeling real. Y sin ese feeling, como les pasa a tantos grupos que se denominan “progresivos” (no a todos), pues se tiene esa percepción, para mí totalmente acertada: que el jazz y otros estilos más centrados en la complejidad y lucir sus habilidades tecnicas que en transmitir algo, en el sentimiento (el cuál siempre será subjetivo, claro está), pues es un coñazo.
Evidentemente, respeto tu opinión pero no la comparto. Si piensas que el jazz es simplemente técnica e improvisación y que no transmite nada, bueno, realmente es que no es para ti. En cualquier caso, la tuya no es una opinión “incómoda” 🙂