“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” – Mateo 18, 6.
Llevo unos días pasándolo mal con “The Keepers”, una de esas series que sólo se pueden ver en plataformas como Netflix y que desde luego, nunca aprobarían en la comisión de censura de RTVE. Cuando digo mal, hablo incluso de un mal físico, del asco y las ganas de vomitar que producen los hechos (reales) que se cuentan.
“The Keepers” lanza a los protagonistas de este tremendo documental narrado en siete capítulos, a intentar descubrir quién secuestró y posteriormente asesinó a la hermana Cathy Cesnik, maestra hasta 1969 del muy católico Archbishop Keough High School de Baltimore.
La investigación sobre su muerte sirve además, como telón de fondo para denunciar los abusos sexuales que sobre muchas de las estudiantes ejercían algunos de los cargos más poderosos de la institución escolar, entre los que se encontraban el todopoderoso capellán y el director de la escuela.
Pero quizás lo que más llama la atención es que con un estilo visual y un ritmo narrativo similar al de la exitosa “Making a murder”, esta docu-serie se adentra de forma quirújica en los secretos más oscuros de una sociedad en la que muchos saben y todos callan. Un micro-cosmos del horror del que difícilmente se sale indemne.
Si tras pasarlo mal os quedáis con ganas de más, os recomiendo títulos como “Spotlight”, ganadora de un Oscar a la mejor película de 2016 o la más antigua pero igualmente tremebunda “El crimen del padre Amaro”, con un Gael García Bernal que para mí, firma uno de los grandes papeles de su carrera.