Will Eisner es para muchos, además de su inventor, lo mejor que le ha podido pasar al mundo de la novela gráfica. No es casualidad que los Premios Eisner sean los más respetados en el mundo del comic, o que “The Spirit” siga orgulloso ocupando las estanterías de las tiendas comiqueras de medio mundo.
En “La trilogía de contrato con Dios “ el genio americano es capaz de contar buena parte de la historia de Estados Unidos sin abandonar la Avenida Dropsie, unas cuantas manzanas enclavadas en el Bronx neoyorquino.
Y ahí, sin abandonar nunca el barrio, somos testigos de excepción de hechos fascinantes: la construcción de una ciudad, las distintas olas migratorias que han experimentado los Estados Unidos a lo largo de su historia, el crack del 29, las dos guerras mundiales (sin olvidarnos de Vietnam), los conflictos religiosos y raciales, los padrinos y sus mafias, el asociacionismo clandestino, la especulación urbanística…o las personas que cuentan el mundo desde lo alto de una escalera o junto a una boca de incendios.
Y sobre todo cómo nace, evoluciona y desaparece un barrio a lo largo de las décadas, para luego volver a renacer de sus cenizas y repetir el ciclo completo de nuevo.
De alguna forma Eisner nos advierte que todas las historias ya han sido contadas, que seguiremos tropezando una y otra vez con las mismas piedras…Cambia todo para que nada cambie.