Mujer, Youtuber y pakistaní. Estos son los tres pecados que han llevado a la muerte a Qandeel Baloch. La asfixió a finales de 2016 su propio hermano mientras dormía.
¿Su crimen? “Lleva la vergüenza” a su familia al atreverse a contar en su página de Facebook (730.000 seguidores) que las mujeres pakistaníes tienen que atreverse a dar la cara. Que tienen derecho a expresarse con libertad, a enseñar su cuerpo, a cuestionar el “por que sí” machista del islamismo radical.
Su historia la cuenta the Guardian en el documental “Qandeel Baloch: the life, death and impact of Pakistan’s working-class icon “
Son poco más de 20 minutos de vídeo, pero cada segundo vale su peso en oro. Un documental así no tendría ninguna posibilidad en la parrilla televisiva española. Seguramente, tampoco en los grandes medios on-line, cada vez más, aliados íntimos de esas tertulias que duran horas y no cuentan nada.