Idealizar una profesión, convertirla en lo que no es, hacer que parezca que es otra cosa. Es lo que históricamente han hecho el cine y la televisión con el periodismo. Por supuesto, no estoy hablando de las grandísimas “Ciudadano Kane” o “Primera Plana”, sino de ese subgénero de ficción periodística que tanto gusta al que todavía no tiene muy claro qué carrera quiere estudiar.
En mi época (vaya, ya me siento con solo utilizar esa expresión), Telecinco era capaz de sentar frente al televisor a más de tres millones de telespectadores para ver “Periodistas“, una parodia de la profesión interpretada por el siempre galán José Coronado, al que le ofrecía la réplica Álex Angulo. También intervenían una Belén Rueda recién salida de “Médico de familia”, Pepón Nieto (el mismo) y la siempre intermitente Amparo Larrañaga, que mandaba más que casi nadie en el “Crónica”.
Un periódico, el “Crónica”, que si hacemos caso a lo que se nos contaba en la serie, tenía más recursos que el New York Times. Los valientes periodistas ¡No paraban por la redacción! Todo el día investigando, colaborando codo con codo con la policía, ejerciendo su profesión como el mejor de los agentes secretos del CNI. ¡Cómo no querer ser ese Coronado que de vez en cuando salía de la redacción armado hasta con pistola! O el entrañable Álex Angulo que siempre, en cada capítulo, recibía ese chivatazo!
Claro, pasó lo que tenía que pasar. Las facultades se llenaron de potenciales periodistas, que en realidad se convirtieron en futuros becarios. ¡Cómo contarles acaso que lo más cerca de “pisar la calle” sería coger el metro para acudir a una rueda de prensa! Que no sólo pasarían tomando apuntes cinco años de carrera, sino que también el tomar apuntes sería la parte central de su futura profesión! O que las supuestas exclusivas e investigaciones, no son más que sobres (sí, también aquí) que filtran los políticos interesados.
Pero no seamos tan negativos. De “Periodistas” ya se veía que la realidad debía distar mucho de la ficción. Otras películas en cambio nos “vendían la moto” de una forma algo más sutil. Ahí está por ejemplo “Me gustan los líos”, una pseudo comedia romántica de 1994, que nos plantea el manido duelo entre el profesional veterano (Nick Nolte) y la joven aspirante al trono (Julia Roberts).
La película empezaba cuando un tren sufría un accidente en Chicago, causando varios heridos y una conmoción general. Lo que no daría más que para una página de sucesos se convertía a lo largo de la película, en una historia con más miga que el Watergate, ya que Julia Roberts se olía que la explicación oficial no cuadraba y se ponía a investigar como una becaria recién llegada a la redacción del Crónica.
Nolte, que era una vieja gloria en el periódico rival de la ciudad, le dejaba hacer, hasta que su jefe le aprieta las tuercas para que se lo tome en serio. Comienza así una carrera loca entre ambos periodistas para tener la exclusiva. Lucharán, viajarán, investigarán a fondo las fuentes y finalmente no tendrán más remedio que colaborar para poder esclarecer el caso. Una vez más, sobraba la policía porque ahí estaban los valerosos periodistas que les hacían el trabajo sucio.
Más seria, pero con el mismo tono heroico tenemos “La sombra del poder” una película en la que Cal McCaffrey es un reputado reportero que debe cubrir el asesinato de la ayudante de su amigo y congresista Stephen Collins y descubrirá oh sorpresa, que en política vale todo. Con estos mimbres, no resulta tan extraña la situación a la que hemos llegado, que no es otra que después de la construcción, el periodismo se haya convertido en la profesión más precaria en nuestro país. ¡Sí amigos, el periodismo también tuvo su burbuja en España! Pero es es otra historia.
Las cosas quizás hubiesen sido algo diferentes si los jóvenes preuniversitarios de mi época (otra vez esta expresión) hubiésemos visto otras cosas. Claro que había pocas opciones. La última temporada de The Wire aún no se había estrenado (fantástica la redacción del Baltimore Sun) y algunas de las mejores películas de este subgénero, tampoco.
Pero si pudiésemos viajar en el tiempo, ¿Cuáles tendríamos que haber visto entonces antes de entrar en la carrera? Aunque por supuesto son estupendas las ya mencionadas “Ciudadano Kane” o “Primera Plana”, personalmente recomiendo encarecidamente ver “Frost contra Nixon” y “Buenas noches y buena suerte”. Aunque hay otras películas muy entretenidas que hablan sobre periodismo (ahí están “Detrás de la noticia” o “Las flores de Harrison”) estas dos me gustan porque hablan sin artificios, sin aspavientos y sin contar nada que no sea verdad, sobre lo que es ser periodista: un trabajo que tiene de rutinario lo que muchos otros, pero que se puede permitir tener momentos brillantes.
Me gustan porque son películas que no hablan de héroes de guerra (para eso ya tenemos a mister ego Reverte), o de periodistas que cuentan con todas las facilidades del mundo para hacer un gran trabajo (mi admirado Jon Sistiaga), sino de personas normales, plumillas de la calle a los que de repente se les permite hacer historia.