En las últimas semanas, dos noticias han conmocionado al mundo de periodismo. La primera y más conocida es el ERE de “El País”, un expediente de regulación de empleo que amenaza con dejar a la mitad de la plantilla del diario en el paro. La segunda es que Newsweek, todo un referente en la información semanal en Estados Unidos, abandona el papel y sólo podrá consultarse en Internet.
En ambas noticias el denominador es común. El brutal descenso de la inversión publicitaria y el no haber sabido adaptarse a un nuevo escenario, está llevando a muchos medios de comunicación a tomar medidas drásticas. Los mesías de la Red afirman que el “papel está muerto” y de momento si atendemos la situación de crisis generalizada que atraviesa el sector, muchos les darían la razón. ¿Es así? ¿No tiene una tabla de salvación a la que agarrarse?
Tal y como yo lo veo, y en esto comparto algunos puntos de vista con Gumersindo Lafuente, el principal problema es que los medios de comunicación no han sabido realizar un transición inteligente a la Red, más que nada porque nadie podía prever un escenario remotamente parecido al actual.
En un primer momento pensaron que la Red era sobre todo un complemento del papel y por ese motivo lo que hicieron fue copiar y pegar noticias que extraían de su edición impresa.
Poco más tarde, cuando comprendieron el valor del tiempo real en Internet comenzaron elaborar noticias propias para redacciones on-line que no acaban de estar integradas en la misma redacción “física”. Sin ir más lejos en el caso de Prisa, mientras que sus periodistas “de pro” trabajan en la sede de Miguel Yuste, la redacción on-line pertenecía a Prisacom, situando su sede hasta hace poco en Campo de las Naciones. Aunque se amparaban bajo la misma marca, durante mucho tiempo un mundo de distancia ha separado a ambas redacciones.
Finalmente cuando la crisis de los medios de comunicación ha empezado a ser realmente seria, sí que ha habido un esfuerzo para unificar redacciones y para crear un producto común. El problema era que ya no podía ser un producto común. Las ediciones impresas de los medios no podían ser ese espacio en el que el lector se informa sobre lo que ha pasado el día anterior, por muy en profundidad que quisiera hacerse, por mucha carga analítica que quisiera introducirse: tiempo, saturación y ruido son tres de los factores que no he han tenido en cuenta.
Un nuevo escenario…
En este escenario que nos encontramos son dos las soluciones que se presentan. La primera es la que como otros medios (estoy pensando en Público, ha seguido Newsweek: reducir estructura (con el dolor que supone el despedir a buena parte de la plantilla) y apostar enteramente por la Red. Es una apuesta atrevida y de momento no ha demostrado que pueda funcionar cuando se trata de una reconversión. Sólo algunos medios que han nacido en la Red y que por lo tanto no heredan la carga que supuso el papel, están demostrando que se puede vivir con una estructura completamente “virtual”.
La segunda es, en mi opinión, recorrer el sentido inverso. De Internet al papel. No al modelo anterior, no nos confundamos, sino a una apuesta muy distinta: la calidad como medio y como fin.
Es lo que en España está consiguiendo una revista como JotDown. Nacida en la Red, sin apenas publicidad on-line que la sustente, apuesta por imprimir sus mejores contenidos cada dos o tres meses, ofreciendo al lector una revista cuidada hasta el mínimo detalle y que además incluye nuevo contenido original. ¿Hasta qué punto es rentable? De momento han publicado dos números y han anunciado otros cinco en camino, por lo que no debe de irles demasiado mal. Pero no son los únicos.
Ahí tenemos a Yorokobu, magazine on-line de tendencias e innovación que cada mes nos propone una revista que por cinco euros nos permite saborear fuera de la Red algunos de los mejores contenidos que se escriben a diario sobre temas como diseño, tecnología, arte o ciencia, apostando por un “slow reading” que no ha sabido replicar el mejor de los tablets.
Y no podemos olvidarnos del bueno de Hernán Casciari, un visionario capaz no sólo de vender con éxito un libro que nació tomando prestados contenidos de su blog personal sino que edita una estupenda revista nacida en la Red, por la Red y para la Red.
¿Para los diarios?
Ahora bien, hasta aquí hemos visto el papel de revistas on-line, con una periodicidad de publicación más o menos azarosa y que no se compromete o no tiene una obligación moral de imprimir cada mes, cada semana o cada día.
Pero ¿Qué pasa con los diarios? Acostumbrados a dar ese desayuno de información cotidiana…¿Cómo debería de ser esa nueva relación con el papel?
Es difícil saberlo porque hasta aquí he escrito a hechos consumados y claro, no es lo mismo. No obstante, creo que el camino a seguir son ejemplos como los estupendos cuadernillos temáticos que de cuando en cuando publica “La Vanguardia”, sobre todo de política internacional. Se venden por 5 euros y normalmente se agotan pronto.
S lo hacen es porque realmente aportaban valor, un valor que no termina cuando el lector pasa la última hoja, sino que permanece en el tiempo.
Puede que la idea no sea revolucionaria, ni sorprenda a nadie en el fondo, pero creo en ella, porque sigue encantándome el olor del papel e incluso su temperatura, si se compra a primera hora.